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Saluda Directora Museo San Juan Hospital 2022

Oleo Sant Bult

Muchas veces, al asistir a alguna celebración tradicional en San Juan del Hospital de Valencia, me he preguntado: ¿por qué en este recinto se depositaron de modo temporal algunas imágenes, o se establecieron capillitas y altares y hasta hubo una zona de paso, hacia el patio interior, lleno de advocaciones de imágenes y cofradías?

Hay que trasladarse al s. XIII, a esos primeros años tras la conquista cristiana de la ciudad, en los cuales Valencia era frontera con el reino musulmán. Más aun, Jaime I dejó vivir en ella a muchos de sus habitantes árabes y judíos.

La ciudad estaba amurallada, pero tras sus puertas, en el exterior, se agrupaba una población en parte hostil a los nuevos ocupantes de sus casas y unas huestes llegadas para luchar y para enriquecerse, con sus monturas y ganado y viviendas precarias.

Y es tras una de esas puertas, la de la Xèrea, y en esa rambla, que descendía hacia el río Guadalaviar, donde en uno de los cobertizos se originó un incendio.

Y dejémoslo aquí.

A lo largo de las fronteras y como centro y núcleo de poblaciones incipientes se erigieron iglesias. Pero esas construcciones cumplían una doble misión: la atención espiritual y dar cobijo y protección a las gentes. Y por supuesto defenderlas y defenderse. Así nacieron las iglesias fortaleza en toda Europa.

Son edificaciones que cumplen habitualmente un mismo patrón: su fábrica en piedra, con estrechas aberturas hechas para vigilar o defender, como las saeteras y troneras; con azudes y pozos para no depender del exterior; robustamente cercadas, cerrando en su interior los patios y diversas dependencias y solían tener o una torre o una espadaña que cumplía la doble misión de sus toques sacros y de vigilancia.

Cuando se observa en un mapa la situación de las posesiones de la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, se puede constatar muy bien, que varias de las más conocidas iglesias fortaleza están en poblaciones que pertenecían a esta orden religioso/militar. No solo en España, también fuera de nuestras fronteras.

Así desde los Pirineos van bajando, a la par que los conquistadores, avanzando hacia el sur de la península ibérica, atravesando Aragón, sur de Cataluña y llegando a Valencia con sus poderosas construcciones.

En Valencia se levanta, en lo que fuera el palacio del emir Azach Abunbedel, el recinto de San juan del Hospital, por donación del rey Jaime I. Cumpliendo las dobles, en este caso triples funciones: de albergue hospital (el ospedale característico de la orden), como construcción cerrada y defensiva y de iglesia.

Pues bien, retomemos la historia. En aquella noche del incendio un artesano, Manuel Navarro, atraído por un resplandor descubre un pozo donde se encuentra oculta, una imagen de Cristo en majestad.

No de gran tamaño, pero sí muy bien esculpida, y con unas características poco comunes.

Para aquel hombre era un tesoro yes posible que ante el temor de perderlo atravesara la puerta de La Xèrea y la llevara al Conjunto de San Juan del Hospital, a escasos metros de esta. Allí la dejaría depositada hasta aclarar ante un juez lo que había sucedido. En manos de los frèires estaría segura y sería venerada. Allí se encontraba un recinto de paso hacia el interior, lleno de pequeñas capillas y altarcitos con múltiples advocaciones gremiales: el Gremio de Sogueros y de los Sastres; y de cofradías incipientes: la del Cristo de las Penas que redimía y se ocupaba de los presos y ajusticiados; también la imagen, traída por las huestes desde Aragón, de Nuestra Señora del Milagro, idéntica a las imágenes de Vírgenes de otros recintos fortaleza sanjuanistas.

San Bult, el Santo Bulto de Cristo en la Cruz, tuvo su rinconcito y altar en el antiquísimo Tránsito de este recinto de San Juan del Hospital. Era de obligado cumplimiento el que hubiera un altar consagrado, diferente del altar mayor, para poder colocar una imagen y darle culto.

Cuando Manuel Navarro tuvo la seguridad de que la imagen le pertenecía, se la llevó a su casa, y todos los años, para celebrar su fiesta, la trasladaba a S. Juan del Hospital el día de su fiesta como recordatorio. Años después, en su testamento, se la dejaba a todas las personas del barrio, y desde entonces se la van turnando. Es una preciosa y conmovedora y casi única, costumbre tradicional.

Este año de 2022 se ha recuperado un espacio en el antiguo Tránsito para dedicarlo a Sant Bult. De este modo se puede visitar y rezar ante la imagen enigmática de este Cristo vivo, que durante muchos siglos de persecución solo fue un bulto en una cruz.

Margarita Ordeig Corsini
Directora del museo del Conjunto de San Juan del hospital